Gobierno de Estados Unidos actualizó la lista de actores corruptos y antidemocráticos e incluyó a la Fiscal General de Guatemala y a los magistrados de la Asamblea Legislativa de El Salvador

“No hay ningún cambio en la política migratoria de los Estados Unidos con relación a los salvadoreños” Oscar Chacón, director ejecutivo de Alianza Américas.

Para Mi Gente Informa, German Romero desde El Salvador.

El Gobierno de Estados Unidos actualizó la lista de actores corruptos y antidemocráticos e incluyó a la Fiscal General de Guatemala, Consuelo Porras, así como a los cinco magistrados que impuso la nueva asamblea legislativa de El Salvador, el pasado mes de mayo, Ellos son: Óscar Alberto López Jérez, Elsy Dueñas Lovos, Héctor Nahún Martínez García, José Ángel Pérez Chacón y Luis Javier Suárez Magaña.

La acción de Estados Unidos, tensó la relación con El Salvador y el presidente Nayib Bukele se pronunció en contra de la medida, sobre esta situación, Mi Gente informa conversó con Oscar Chacón, director ejecutivo de Alianza Américas  organización que trabaja con las comunidades inmigrantes latinas en los Estados Unidos para mejorar la calidad de vida de todas las personas en el corredor migratorio de EE. UU., México y Centroamérica.

El ejecutivo considera que el Presidente Bukele es un novato en materia de diplomacia y a pesar de la tensión en la relación El Salvador y Estados Unidos, no vislumbra un panorama negativo en las políticas migratorias.

¿Qué lectura hace de los últimos acontecimientos en las relaciones entre EUA que decide incluir en la lista Engel a los magistrados de la CSJ y la reacción del presidente Bukele y su gobierno?

Los Estados Unidos no ha hecho un secreto de su descontento con la manera en la que ha venido evolucionando la situación democrática y político en El Salvador. La acción tomada el 1 de mayo, una vez toma las riendas del Congreso salvadoreño, la mayoría oficialista de Nuevas Ideas y deciden destituir a los miembros de la Sala de lo Constitucional, esto genera una situación más acentuada en un conflicto que se venía generando desde antes. En ese sentido, la reacción del presidente Bukele es precipitada, tratando de ubicar el haber listado a los nuevos jueces en la Lista Engel como si fuera un ataque sin razón, un ataque injustificado por parte de Estados Unidos, cuando lo que en realidad el presidente lo que debería de hacer es reconocer el error cometido y tratar de corregir. Creo que, de una confrontación entre EE. UU. y El Salvador, el que sale perdiendo es el pueblo salvadoreño.

Oscar Chacón, es el director ejecutivo de Alianza Américas, y considera que Un buen diplomático tiene que medir sus reacciones, de manera que no se pongan en riesgo los intereses de la nación que sirve.

¿Qué implicaciones podría traer para el país la reacción del mandatario salvadoreño al mencionar que el país no es patio de nadie?

Como afirmé antes, el presidente Bukele, cuando de diplomacia se trata, realmente es un novato. Eso se refleja en la manera en que ha reaccionado, casi como cuando un niño hace un berrinche, en la llamada de atención de Estados Unidos. Ningún país debería de ser patio trasero de otro, cada nación debería ser independiente, pero la realidad es que vivimos en un mundo interdependiente, y me atrevería afirmar que El Salvador tiene un plano de dependencia mucho mayor que el plano de dependencia que tiene Estados Unidos con relación a El Salvador. Un buen diplomático tiene que medir sus reacciones, de manera que no se pongan en riesgo los intereses de la nación que sirve. Lo que estamos viendo son episodios de un gobierno nuevo, de un presidente inexperto en política internacional.

El pasado 20 de septiembre el presidente Bukelte escribió en su cuenta de Twitter “No somos “patio trasero” de nadie, lo que le genero diversas reacciones en favor y en contra de lo que muchos consideran un mensaje hacia el gobierno de Estados Unidos.

¿Ha visto algún cambio en materia de migración de parte de Estados Unidos hacia los centroamericanos y en especial a los salvadoreños?

No hay ningún cambio en la política migratoria de los Estados Unidos con relación a los salvadoreños. Hay una serie de derechos que tienen los salvadoreños inmigrantes en EE. UU., la mayoría de los cuales tienen una condición legal migratoria, aunque sea algo tan precario como el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que están regidos por leyes estadounidenses que no necesariamente se mezclan de manera directa con los conflictos diplomáticos que pueda tener EE. UU. con una nación como El Salvador. En ese sentido si bien es cierto que la política exterior ha sido un criterio fundamental en el tema de política migratoria, no se trata de cosas que están profundamente mezcladas, por lo tanto, no veo que haya una repercusión adversa para personas salvadoreñas a razón de la relación tensa que existe entre EE. UU. y El Salvador.

¿Hay temas migratorios pendientes en EUA, cree que los últimos acontecimientos podrían cambiar el rumbo de esos temas?

No veo que haya en estos momentos temas pendientes específicamente relacionados a salvadoreños y centroamericanos, el tema más delicado está en el panorama, pero no hay nada seguro es el potencial de una nueva designación del TPS; sin embargo, yo diría que una política exterior inteligente de parte de los EE. UU. no pasaría por castigar inmigrantes salvadoreños a razón de una razón tensa con el gobierno de El Salvador. Más bien, si EE. UU. juega la carta migratoria de forma inteligente, pudieran ocupar el tema migratorio como un factor adicional de presión al gobierno salvadoreño actual.

Los cinco magistrados están incluidos en la lista de actores corruptos y antidemocráticos, por aceptar nombramientos directos en la Sala por parte de la Asamblea Legislativa, en un proceso inusual y en aparente contravención a los procesos establecidos en el artículo 186 de la Constitución, que exige la selección de dichos Magistrados de una lista de candidatos elaborada por el Consejo Nacional de la Judicatura.

¿Estados Unidos también incluyó al fiscal general de Guatemala, estaría en la misma situación que El Salvador el país vecino en temas de migración de parte de la nación del norte?

A mí no me extrañó que, además de los jueces de la Corte de lo Constitucional en El Salvador, se incluyera a la fiscal general de Guatemala. El problema es que hay un conflicto no sólo entre los gobiernos centroamericanos y el gobierno de Biden, sino que hay un conflicto entre la manera en que los tomadores de decisiones políticas y económicas en nuestros países han venido actuando con relación a políticas de estado de los Estados Unidos. Por ejemplo, el caso de Guatemala, EE. UU. ha venido enfatizando la importancia del combate a la corrupción, y cuando uno vive en un país conocido por el grado de penetración a todos los niveles de la corrupción, no debería de extrañar que surja ese conflicto. Lo mismo en el caso de El Salvador, claramente desde el 2019 hemos venido caminando en una dirección que pone en duda el compromiso de seguir construyendo una democracia con poderes estatales autónomos independientes que sirven como forma de verificación mutua, y hemos venido reemplazando eso con una forma de gobierno donde parecería que la presidencia manda por, sobre todo. Eso está en contradicción con los preceptos en los que EE. UU. ha ido avanzando. No se diga de Honduras, que es un país, en ojos de muchos gobernado por un gobierno profundamente enlazado con el narcotráfico internacional y otras formas de crimen organizado. Eso genera un conflicto grave que probablemente no se va a superar con el ejercicio electoral que se aproxima en Honduras.

¿Qué implicaría un cambio en la política migratoria de Estados Unidos hacia El Salvador y Guatemala?

Hablando hipotéticamente, si hubiera un cambio en la política migratoria de los Estados Unidos hacia los países centroamericanos, particularmente Guatemala y El Salvador, eso tendría repercusiones adversas porque todos sabemos que uno de los pilares más importantes de las economías familiares y economías nacionales de países como Guatemala, Honduras y El Salvador, es el flujo de remesas que envían las personas de estos países que viven en los EE. UU. que representan un monto importantísimo, en el 2020 cerca de 23 mil millones de dólares y se proyecta una cantidad similar o mayor en el 2021. Por lo tanto, un cambio en la política migratoria podría tener riesgos grandes. Mi esperanza es que no se eleve el tema migratorio y el trato a personas migrantes centroamericanas al ámbito de armas políticas, ojalá las cosas se puedan dirimir de otra forma.

¿Y la migración hacia el norte ha crecido de parte de estos países?

Si uno hace un análisis frío de cómo ha venido evolucionando la situación económica, social, política en El Salvador, Honduras y Guatemala es predecible que la intensidad de los flujos migratorios va a incrementarse ante una realidad de cada vez menos empleos, una realidad de violencia donde reinan las extorsiones, en una realidad donde hay abusos de poder de parte de parte de los gobernantes y de las fuerzas públicas. No sería sorpresa alguna que viéramos un incremento en los flujos migratorios con destino a los Estados Unidos, que es el país al que las personas buscan llegar por varias razones, como la oferta laboral y las tasas de remuneración, que son más atractivas que en sus países o en países vecinos.

¿Cuál sería el trabajo en el que se deben enfocar Guatemala y El Salvador para poder aportar a que la relación con Estados Unidos mejore?

En realidad, si quisiéramos que los países centroamericanos estuvieran más cercanamente alineados no solo con las políticas migratorias, sino con las políticas de los Estados Unidos en cuanto a construcción democracia, transparencia, rendición de cuentas, y prosperidad compartida para todas las ciudadanías de los países, estamos hablando de los cambios que a mediano y a largo plazo prometerían una transformación de los países centroamericanos en lugares de donde cada vez menos personas tendrían interés de irse. Ahí es donde está la dificultad porque creo que los grupos dominantes políticos y económicos en Guatemala, Honduras y El Salvador no tienen interés en cambiar mucho, porque las cosas, tal y como están, les han sido rentables en muchos sentidos. El potencial conflicto entre EE. UU. y Centroamérica va a depender mucho de cuánto las élites gobernantes, políticas y económicas, deciden dar un giro más en la dirección de democracias con una buena capacidad de fortalecer el Estado de Derecho, donde haya una verdadera independencia entre los poderes del Estado, donde haya una práctica de transparencia y rendición de cuentas, donde haya crecimiento de empleo y en los salarios, inversiones en el ámbito social que mejoren la educación, la salud y la vivienda de la mayoría de personas. Esas cosas ayudarían a que estos países se acercaran más al tipo de agenda que EE. UU. quisiera ver implementarse en estos países, aunque esta es la parte más difícil de la realidad actual.