Educación, el gran perdedor durante la pandemia

Por Montserrat Huerta, para Mi Gente Informa

Mientras en países cercanos como Costa Rica, México y Estados Unidos ya se inició la vacunación contra el COVID-19 que ha impactado al 1% de la población mundial; en otras ciudades, los niños y jóvenes ya regresaron a las clases presenciales.

No obstante, en América Latina el confinamiento impactó en gran medida el desarrollo educativo de niños y jóvenes, lo cual tendrá consecuencias en el 2021. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) durante la emergencia del COVID 19 se dio el cierre masivo de actividades presenciales en centros educativos de 190 países con el fin de evitar la propagación del virus y mitigar su impacto.

Para mediados de mayo de 2020 más de 1,200 millones de estudiantes de todos los niveles de enseñanza en todo el mundo dejaron de tener clases presenciales en la escuela y de estos, 160 millones eran de América Latina.

La gran brecha educativa

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señaló en su informe 19 que incluso antes de la pandemia, la educación presentaba grandes brechas en la Región, lo cual se agravó con las medidas tomadas para prevenir el contagio, como evitar las clases no presenciales.

La pobreza, la persistencia en las desigualdades y un creciente descontento social, impactó en la educación de niños y jóvenes que tuvieron que recibir clases a distancia durante el 2020. Para 2021 recibirán educación híbrida en Guatemala. (Foto Cortesía UNICEF)

“Se estaba deteriorando debido a la pobreza y pobreza extrema, la persistencia en las desigualdades y un creciente descontento social. En ese contexto, la crisis tuvo importantes efectos negativos en distintos sectores sociales, incluidos la salud y la educación, así como en el empleo y la evolución de la pobreza”, refirió el informe.

El impacto en Guatemala

Guatemala también adoptó medidas de prevención como el cierre de establecimientos públicos y privados para impartir clases presenciales desde marzo de este año, situación que continuó así hasta que concluyó el ciclo escolar el pasado 15 de diciembre.

La educación pública y privada tuvo que adaptarse e improvisar, en la mayoría de los casos, brindar una educación virtual o bien, por medio de instrucciones que se enviaban por whatsapp u otros mecanismos.

La calidad educativa pública, que de por sí es deficiente en Guatemala, indiscutiblemente impactó aún más, pues la promoción educativa se dio en algunos casos casi por decreto. Además, la deserción escolar se incrementó, y como si fuera poco en los colegios privados muchos padres, ante el desempleo provocado por el COVID 19, no pudieron pagar las colegiaturas, por lo cual los alumnos no han sido promovidos.

En otros casos los alumnos fueron retirados de los centros educativos y perdieron el año. La situación educativa fue muy complicada en el 2020 y para el 2021 la ministra de Educación, Claudia Ruiz, refirió que se realizará una modalidad híbrida, que se refiere a clases presenciales bajo estrictos protocolos sanitarios y educación a distancia.

Liseth Gutiérrez, madre de familia, señaló: “a pesar de la situación actual, ya aparté el cupo en el colegio para mi hijo, pues debe seguir estudiando y todos nos debemos de adaptar a la nueva normalidad”, añadió.

Sin embargo, la CEPAL refirió en su informe que no todos los niños corren la misma suerte de seguir estudiando bajo la modalidad a distancia, principalmente en zonas rurales, donde es escaso el acceso a internet.

Sistema de salud precario

El COVID 19 ha evidenciado también la precariedad del sistema de salud guatemalteco. Los médicos se han visto en situaciones difíciles ante el desabastecimiento de los hospitales, la lenta reacción del Gobierno para brindar insumos e incluso para contratar al personal de salud, el cual ha trabajado meses sin goce de salario.

Los médicos constantemente se quejan por las condiciones en las que trabajan, incluso muchos deben comprar sus propias mascarillas, trajes para la atención o bien productos para tratar a sus pacientes. Sin embargo, pasan gobiernos y ninguno ataca la situación del sistema de salud del país con el fin de mejorar la atención.

Tal fue el caso del médico, Óscar Hernández, que laboró en el hospital temporal del Parque de la Industria entre marzo y junio de este año y murió de COVID 19, haciéndose famoso sacar a luz las deficiencias con las que trabajaba en ese Centro Asistencial y la falta de pago por parte del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) al personal de salud.

A la actual pandemia se le suma la pobreza de la población, que tiene como consecuencia que aún se registren enfermedades intestinales y respiratorias, que por falta de atención primaria y salud preventiva terminan en hospitales. Además, la mortalidad y morbilidad materna es una de las más elevadas de América Latina, así como la mortalidad infantil.

Según datos del MSPAS durante el 2019, el 46% de las muertes maternas se debió a hemorragias, teniendo una edad promedio entre 15 y 34 años, e incidiendo factores como la falta de atención en el idioma materno, el difícil acceso a los centros hospitalarios y la carencia de insumos, principalmente en las áreas rurales y de población indígena.

En Guatemala pasan los años y el país no mejora en sus indicadores sociales, la falta de desarrollo de las comunidades, la carencia de buenas carreteras, transporte y oportunidades que traen consigo la migración a la capital, círculo vicioso que trae más pobreza y hace colapsar aún más los sistemas educativos y de salud.

Aunque la migración fuera del país genera ingreso de divisas, también crea ruptura de las familias y los migrantes se enfrentan a difíciles condiciones de vida en los Estados Unidos, principal país al que migran, viviendo hacinados, trabajan horas exhaustas y se sacrifican para enviar dinero a sus familias.

Más migración

Con la falta de empleo que provocó la pandemia y luego el azote de las tormentas Eta e Iota en el Norte de algunos países centroamericanos como Nicaragua, Honduras y Guatemala, además de la llegada del nuevo presidente electo de Estados Unidos al poder, Joe Biden, y sus promesas para con los migrantes, se esperan más caravanas de personas buscando llegar a ese país para mejorar su estilo de vida durante el 2021.

Se espera un incremento de migración de personas hacia Estados Unidos en el 2021, debido al cambio de gobierno en ese país y al impacto en la economía que dejó en Centroamérica el COVID-19 y al paso de las tormentas Eta e Iota por varios países de la Región. (Foto: Cortesía OIM)

El jefe de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Jorge Peraza, indicó que se espera que el otro año los migrantes sean un “motor de recuperación” para sus países de origen, impactados por las tormentas y por la pandemia.

Violencia de género

Por otra parte, de acuerdo con ONU Mujeres, las cuarentenas prolongadas, el hacinamiento, la precariedad y la pobreza creciente a causa de la pandemia incrementaron el número de denuncias sobre incidentes de violencia de género en la región, incluidos los actos de violencia contra mujeres y niñas, “lo que confirmó la exacerbación de vulnerabilidades preexistentes”, advirtió la entidad.

Las cuarentenas prolongadas, el hacinamiento, la precariedad y la pobreza creciente a causa de la pandemia incrementaron el número de denuncias sobre incidentes de violencia de género. (Foto: Cortesía UNESCO)

Aunque en Guatemala aún no se tiene fecha de ingreso de vacunas contra el COVID 19, la aplicación a toda la población llevará tiempo, lo cual intensificará los efectos que ya se observan en nuestra sociedad en educación, violencia, seguridad y migración.