Ciudad de Guatemala: Entre las peores urbes para los conductores

Para Mi Gente Informa, Giovanni Aldana desde Ciudad de Guatemala

Amanece en la capital guatemalteca. Es un día entre semana cualquiera. Quienes viven cerca de las entradas y salidas de la ciudad se preparan para un nuevo día laboral.

A lo lejos se escucha un rumor como si un río caudaloso corriera cerca de sus casas. Es un río, sí, pero no de agua. Está compuesto por miles de vehículos que serpentean lento por las estrechas calzadas y bulevares intentando entrar a la ciudad.

Los vecinos salen a la calle y suspiran hondo. Resignados, arrancan sus carros o motos, o bien abordan una camioneta para integrarse a esa enorme serpiente vehicular y perder varias horas de su vida para llegar a sus trabajos o centros de estudios.

Por la tarde, ese río de automotores irá en sentido contrario pero la lentitud y desesperación será la misma de la mañana. No digamos si es día de pago o llueve. Así día tras día.

La Ciudad de Guatemala figura entre las peores urbes para los conductores a nivel mundial. Se estima que en todo el país circulan más de cuatro millones de vehículos de todo tipo. La mitad de eso lo hace diariamente en la capital.

Según datos de observatorios de tránsito dicen que son 1.8 millones de personas las que viven dentro de la ciudad capital, un número similar 1.7 millones que viven en el área Metropolitana (municipios circundantes), quienes usan las principales arterias viales del país.

Las calles son estrechas. No se dan abasto para tal cantidad de automotores. Los atascos viales ya no tienen horario, se dan a toda hora y en cualquier calle capitalina.

No por gusto, la aplicación Waze incluye reiteradamente a Guatemala en su listado de los peores lugares para conducir. En 2016 figuró en el antepenúltimo lugar de su Índice de Satisfacción del Conductor, únicamente superado por El Salvador.

En estudios posteriores no ha logrado salir de los últimos puestos junto a ciudades igualmente caóticas de Filipinas, República Dominicana e Indonesia.

Esta aplicación pondera varios indicadores para evaluar la satisfacción de los conductores respecto al tránsito en 38 países del mundo, en los cuales haya al menos 20 mil usuarios de Waze.

Tránsito a toda hora

Hasta hace unos años se tenía bien definido los horarios en los que los atascos viales eran comunes, regularmente entre seis y nueve de la mañana y de cuatro de la tarde a siete de la noche.

Pero eso quedó atrás, en la actualidad los atascos se dan a cualquier hora y en cualquier lugar de la ciudad. Sobre todo, en las vías que sirven de entrada o salida de la ciudad.

El Centro de Estudios Urbanos y Regionales, de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), ha delimitado las calles donde el tránsito se hace más difícil a diario: El bulevar Liberación, la calzada Roosevelt, la calle Martí, el bulevar Los Próceres y la calzada Raúl Aguilar Batres y la ruta a El Salvador, precisamente las entradas y salidas de la capital.

La infraestructura vial en Guatemala está plagada de construcciones de pasos a desniveles en los lugares donde existe mayor conflictividad vial, aunque en la práctica se ha demostrado que, si bien facilitan la circulación, el tránsito se vuelve a detener a pocas cuadras.

Y es que si bien en el municipio de Guatemala viven alrededor de 1.8 millones de personas, un número similar (1.7 millones) viven en el área Metropolitana (municipios circundantes), pero vienen a diario a la ciudad para trabajar y estudiar principalmente.

Eso quiere decir que a diario 3.5 millones de personas se movilizan en la capital, generando un impacto en la fluidez vial.

Un problema que crece a diario

El parque vehicular ha registrado un incremento sostenido año con año, debido a la poca seguridad y eficiencia del sistema de transporte público en la ciudad.

Estos motivos son suficientes para que los guatemaltecos se decidan a adquirir un auto, no necesariamente nuevo, sino también motocicletas y bicicletas.

Un análisis del Observatorio Nacional de Seguridad del Tránsito (ONSET) revela que en 2012 se contabilizaban 4.28 millones de vehículos en toda la República. En 2020 eran 4.09 millones. Hubo un aumento de 4.5% de parque vehicular. De ellos casi la mitad están concentrados en el área metropolitana.

Las motocicletas, el medio de locomoción preferido por los guatemaltecos por su fácil adquisición, conforman el 43.09% del total de automotores, con 1.85 millones de unidades.

Miles de ciudadanos han optado por utilizar transporte público el cual es caro, y en algunos casos ineficiente complicando el tránsito aún más. 

Le siguen los automóviles particulares (832 mil), los pick-ups (665 mil), camionetas, camionetillas y tipo panel (566 mil); camiones, cabezales y transportes de carga (180 mil), y finalmente los autobuses, buses y microbuses (unos 118 mil aproximadamente).

A semejante cantidad de vehículos hay que sumarle otros factores que inciden en agravar la crisis: Semáforos desincronizados, falta de cortesía vial, hechos de violencia y accidentes que impactan en la fluidez del tránsito, taponamientos por marchas y protestas, y desconocimiento del reglamento de tránsito, hacen casi imposible conducir en Guatemala.

Como dato adicional, otras ciudades que sufren por el tránsito son, en su orden: Quetzaltenango, Escuintla, San Marcos, Huehuetenango y Chimaltenango, según la ONSET.

Con las restricciones impuestas por las autoridades debido a la pandemia de Covid-19, el tránsito observó una mejora, pero con la paulatina apertura del país, el problema se ha agravado.

Ha existido una migración de personas que se transportaban en el sistema público a utilizar vehículos particulares, motos o bicicletas para movilizarse. No sólo por seguridad, sino porque solo menos de la mitad de los autobuses reanudaron operaciones.

Los “tomates”, buses rojos que operaban en colonias y periferias ya no regresaron a prestar el servicio, debido a que no cumplían con los requisitos requeridos por las autoridades.

Un problema de muchas aristas

Pareciera que los atascos viales representan únicamente un problema de movilidad, pero va más allá. Con los bajos salarios que perciben la mayoría de personas, únicamente les alcanza para adquirir carros usados o motocicletas.

Muchos de estos vehículos se encuentran en mal estado y la deficiente combustión de la gasolina o diésel, provoca contaminación ambiental. Por el mismo atasco, sufren fallas mecánicas y terminan obstruyendo la poca movilidad, complicando aún más el problema. Esto se ve a diario.

Quienes compran un vehículo, principalmente los motoristas, no se preocupan por conocer a fondo el reglamento de tránsito, mucho menos las mínimas reglas de cortesía vial, y terminan provocando accidentes.

En el 43% de los incidentes viales que se reportaron en los últimos años, un motorista estuvo involucrado. No necesariamente es el causante, pero por su manejo temerario resultan víctimas, la mayoría con desenlaces fatales.

Aunque no existen datos concretos o actualizados sobre el impacto del tránsito en la productividad, es evidente que tiene un efecto negativo en la economía del país, sobre todo cuando ocurren jornadas de protestas y cierres viales.

La salud mental de los conductores también se ve afectada al enfrentarse a diario al estrés que significa pasar horas al volante en un ambiente hostil e inseguro. La paranoia de ser asaltados por motoladrones hace que las personas sean agresivas al manejar y desconfíen de quien se coloca a su lado en los semáforos.

Prácticamente conducir en la Ciudad de Guatemala, es tratar de sobrevivir en una jungla de concreto en la que gana o más bien llega a tiempo a su destino, el más fuerte.

¿Cómo solucionar el problema?

La Municipalidad de Guatemala ha definido estrategias para hallar una solución: La agilización del tránsito vehicular por medio de un sistema de semaforización eficiente y sincronizado, así como la implementación de más carriles reversibles. En la actualidad, poco más de 40 carriles ayudan a movilizar un promedio de 1.1 millones de vehículos a diario.

La infraestructura vial es prioridad, por medio de construcción de pasos a desniveles en los lugares donde existe mayor conflictividad vial, aunque en la práctica se ha demostrado que, si bien facilitan la circulación, el tránsito se vuelve a detener a pocas cuadras.

Esto debido a que muchas de las calles y avenidas son estrechas. No fueron diseñadas para soportar la cantidad de carros que circulan hoy en día.

Entre otros proyectos contemplados por las autoridades, está el incremento de vías exclusivas para bicicletas. Esto para motivar el uso de estos vehículos. Sin embargo, las existentes son insuficientes y muchas veces no son respetadas por el resto de conductores, quienes invaden el espacio de los ciclistas, con el consiguiente riesgo para sus vidas.

El tren ligero y el aerómetro distan mucho de entrar en operación. Diversos factores han detenido la ejecución de estos proyectos. Mientras tanto, ese río de carros que a diario circula en la capital, pareciera que terminará ahogando a la ciudad y sus habitantes.